por Ignacio Hernandez Ruiz
La mañana de San Valentin ha comenzado de forma poco calida y amorosa la verdad, ya que las caras de congelacion de los integrantes del club lo decian todo. Con mas pereza que el perro de Heidi nos hemos trasladado a la localidad madrileña de Fuencarral. La verdad que no nos ha hecho falta el uso del GPS, debido a la habilidad de Chena en temas de orientacion. Nunca dudeis que la M 11 os llevara hasta Roma.
El viaje ha transcurrido tranquilo y muy dicharachero, motivo por el nerviosismo previo de toda carrera. Tras un adecuado parking hemos procedido a la inspeccion del terreno, donde hemos podido saludar a los compañeros del Club de Marchamalo ( a ver si nos fijamos en el abrigo que se han echado, no queriendo decir que el club tome iniciativas parecidas, yo solo lo dejo caer; pero parecia tan mullidito, tan acogedor, que ha uno se le hace la boca agua solo de pensar en tener uno parecido.). Alli nos hemos reunido con Palomar y con su mujer, fieles tambien a la cita de Fuencarral. Una vez experimentada la suavidad del Tartan de Santa Ana, y muy a nuestro pesar hemos vuelto a los coches para vestirnos de romanos, y concienciarnos de que los cuatro grados bajo cero no eran nada para unos alcarreños de pro.
La salida fue puntual y multitudinaria, haciendo unos primeros kilometros de tanteo para ver sensaciones y conseguir que el cuerpo entrase en calor de alguna manera. A partir del kilometro 4 Calixto y un servidor emprendimos viaje hacia las rampas del monte del Pardo, haciendo una buena primera parte sin que el desgaste fuese excesivo. La verdad que Calixto es una maquina en el llano y marca el ritmo a la perfeccion. Una vez doblada la esquina del cuartel militar, el grupeto en el que ibamos integrados se deshizo totalmente y cada uno emprendio rumbo en solitario, superando las cuestas de la mejor forma posible. La serpiente multicolor comenzo a coger forma, cada vez mas alargada, llegando a romperse en muchos tramos, donde la dureza y la pendiente se encrudecen, dejando un panorama de respiraciones forzadas y de soledad esperada. La llegada de las encinas ansiadas y deseadas por todos, nos hizo recobrar de nuevo el aliento y poder volver a coger el ritmo inicial, manteniendolo a lo largo de un kilometro y medio de relativo descanso. Pero este oasis en mitad del desierto pronto se acaba y la carretera vuelve a poner de nuevo a todo el mundo en su sitio, teniendo que superar otros tres kilometros de continuas rampas de elevado desnivel. Y por fin se ve el estadio, y el corazon se acelera, sabiendo que el sufrimiento llega a su fin, y que la recompensa esta a penas a quinientos metros, de los cuales mas de la mitad transcurren por el suave y mullido tar-tan.
Lo hemos vuelto a conseguir, por fn en la meta, sin nada de frio, con la cabeza tranquila de haber hecho los deberes, y acompañado de todo el buen ambiente generado por la felicidad de todos los compañeros del club. Los objetivos fueron cumplidos y todos nos volvimos a casa con una muy buena sensacion y con una bolsa del corredor digna de alabanza.
De nuevo agradecido con esta media maraton y por su puesto con la organizacion de la misma y con cada uno de mis compañeros del club con los que pude compartir tal grata experiencia. Sin duda alguna volveremos a Fuencarral.
La mañana de San Valentin ha comenzado de forma poco calida y amorosa la verdad, ya que las caras de congelacion de los integrantes del club lo decian todo. Con mas pereza que el perro de Heidi nos hemos trasladado a la localidad madrileña de Fuencarral. La verdad que no nos ha hecho falta el uso del GPS, debido a la habilidad de Chena en temas de orientacion. Nunca dudeis que la M 11 os llevara hasta Roma.
El viaje ha transcurrido tranquilo y muy dicharachero, motivo por el nerviosismo previo de toda carrera. Tras un adecuado parking hemos procedido a la inspeccion del terreno, donde hemos podido saludar a los compañeros del Club de Marchamalo ( a ver si nos fijamos en el abrigo que se han echado, no queriendo decir que el club tome iniciativas parecidas, yo solo lo dejo caer; pero parecia tan mullidito, tan acogedor, que ha uno se le hace la boca agua solo de pensar en tener uno parecido.). Alli nos hemos reunido con Palomar y con su mujer, fieles tambien a la cita de Fuencarral. Una vez experimentada la suavidad del Tartan de Santa Ana, y muy a nuestro pesar hemos vuelto a los coches para vestirnos de romanos, y concienciarnos de que los cuatro grados bajo cero no eran nada para unos alcarreños de pro.
La salida fue puntual y multitudinaria, haciendo unos primeros kilometros de tanteo para ver sensaciones y conseguir que el cuerpo entrase en calor de alguna manera. A partir del kilometro 4 Calixto y un servidor emprendimos viaje hacia las rampas del monte del Pardo, haciendo una buena primera parte sin que el desgaste fuese excesivo. La verdad que Calixto es una maquina en el llano y marca el ritmo a la perfeccion. Una vez doblada la esquina del cuartel militar, el grupeto en el que ibamos integrados se deshizo totalmente y cada uno emprendio rumbo en solitario, superando las cuestas de la mejor forma posible. La serpiente multicolor comenzo a coger forma, cada vez mas alargada, llegando a romperse en muchos tramos, donde la dureza y la pendiente se encrudecen, dejando un panorama de respiraciones forzadas y de soledad esperada. La llegada de las encinas ansiadas y deseadas por todos, nos hizo recobrar de nuevo el aliento y poder volver a coger el ritmo inicial, manteniendolo a lo largo de un kilometro y medio de relativo descanso. Pero este oasis en mitad del desierto pronto se acaba y la carretera vuelve a poner de nuevo a todo el mundo en su sitio, teniendo que superar otros tres kilometros de continuas rampas de elevado desnivel. Y por fin se ve el estadio, y el corazon se acelera, sabiendo que el sufrimiento llega a su fin, y que la recompensa esta a penas a quinientos metros, de los cuales mas de la mitad transcurren por el suave y mullido tar-tan.
Lo hemos vuelto a conseguir, por fn en la meta, sin nada de frio, con la cabeza tranquila de haber hecho los deberes, y acompañado de todo el buen ambiente generado por la felicidad de todos los compañeros del club. Los objetivos fueron cumplidos y todos nos volvimos a casa con una muy buena sensacion y con una bolsa del corredor digna de alabanza.
De nuevo agradecido con esta media maraton y por su puesto con la organizacion de la misma y con cada uno de mis compañeros del club con los que pude compartir tal grata experiencia. Sin duda alguna volveremos a Fuencarral.