Este domingo día 12 pasé una bonita mañana participando en mi primer trail, en concreto ese que a su vez era el I Trail de la Villa de Lupiana. Mi experiencia en este terreno se limita a las salidas nocturnas que se organizan por el Club Maratón Guadalajara los miércoles durante los meses de verano, me divierten tanto que decidí probar una de las carreras del circuito de montaña de la diputación. Al ser un medio en el que soy novato elegí el recorrido corto, pero con la tranquilidad de tener ya adquiridos los conocimientos básicos: estamos en el campo, así que no hay que dejarse llevar por las prisas excesivas, y en caso de caída, sobre todo si es cuesta abajo, es mejor caer con el trasero que con la cara . Gracias a Joaquín del Club Maratón por sus enseñanzas.
Mucho ambiente a la salida al coincidir los corredores de la carrera corta, de once kilómetros, y la larga, de veintiuno. Nada más salir del pueblo la primera subida por un camino que dejaba correr pero que ya distinguía a los menos preparados por los resoplidos que el esfuerzo causaba. En mi caso lo más difícil eran las bajadas, la primera la bajé bastante precavido con el propósito de no romperme la crisma, mientras veía gente pasándome por la derecha y por la izquierda y saltando como gamos. Las cosas como son, eso me hirió en mi orgullo y en la siguiente bajada fui más o menos igual pero abrí los brazos en principio para equilibrarme pero con el beneficio secundario de impedir que me adelantaran tan fácilmente y además bajando un poquito más rápido. En la primera subida más técnica descubrí que también se puede competir andando y que eso también es cansado. Lo de disfrutar del paisaje no lo pude hacer mucho, ya que me pasé la mayor parte del tiempo mirando donde ponía los pies porque no me apetecía bajar rodando lo que me había costado un rato subir. Así hasta un avituallamiento donde bebí isotónica, agua, comí plátano, y no pedí un bocata porque empezaba a hacer calor y había que terminar pronto. Alternando subir con bajar llegué al punto en que se separaban las dos carreras y desde ahí hasta el pueblo bajé por un camino que permitía correr y que además era descendente. En ese tramo me hicieron la foto de esta publicación, -gracias Bea-, como se puede ver iba feliz como si fuera mi primer día de jubilación. La experiencia me había encantado.
Después de la carrera, corredores y no corredores decidimos quitarnos el calor en los bares y terrazas del pueblo, a base de bebidas isotónicas de cebada y tintos de verano, mientras esperábamos a los valientes de la carrera larga, que iban llegando tan rojos como turistas alemanes. Tengo entendido que en el kiosko que hay al lado de la plaza mayor se agotó la cerveza. Yo vi a gente que llevaba a las sombras y fuentes donde estaban sentados cajones de botellines. Nada como el deporte. Dediqué a la carrera alrededor de una hora y tres minutos, y a los bares del lugar unas cuatro horas. Como todos sabemos, es la proporción que recomienda la OMS para llevar unos hábitos saludables. Larga vida al trail de Lupiana. Salud.
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